Capilla del Mayor Dolor
Entorno
La capilla del Nuestra Señora del Mayor Dolor, popularmente conocida como la capilla de Molviedro, está situada en la plaza homónima, en pleno centro de la ciudad de Sevilla, perteneciendo a la parroquia del Sagrario, teniendo acceso por la calle Castelar, Doña Guiomar, Quirós y Adolfo Cuellar —antigua calle Rositas—. La calle fray Bartolomé de las Casas también desemboca al lado de la Plaza de Molviedro, placita recoleta y con un encanto muy sevillano.
La zona que hoy ocupa la plaza y calles aledañas quedaba dentro del recinto amurallado de la ciudad, próxima a la puerta del Arenal que fue derribada en el año 1860. Se conocía a este lugar como la Laguna de la Pajería o simplemente La Laguna, ya que por ser terrenos inundables solía existir alguna laguna en la zona. A esto ayudaría seguramente los restos que aún quedaban de época visigoda cuando se desecó el brazo oriental del Guadalquivir que iba desde la Alameda hasta la actual calle Antonia Díaz, atravesando el casco histórico de la ciudad y que originó dos lagunas importantes en el interior, una en la Alameda y ésta que nos ocupa de la Pajería.
El Compás de La Laguna ocuparía las actuales manzanas delimitadas por las calles Harinas, Jimios, Gamazo y Castelar y en sus aledaños se instaló la Mancebía y un mercado. La Pajería —actual calle Zaragoza— se ubicaba en la mayor y más importante collación de la ciudad recién conquistada, la de Santa María.
Tras la conquista de la ciudad por las tropas de Fernando III «el Santo», el 23 de noviembre de 1248, esta zona fue encomendada a los caballeros de la Orden del Temple —templarios— que dispusieron de casas y hospedería, aunque no consta que construyesen ninguna fortaleza. Los templarios recibieron «compás» en esta parte de la ciudad, o sea, terreno con jurisdicción propia, entre la llamada huerta de San Francisco —Plaza Nueva— y la muralla junto a la Puerta del Arenal constituyendo un Priorato. La actual calle Zaragoza sería el centro del mismo.
No hay datos de la población de este priorato pero seguro que tendría su maestre, el senescal, un mariscal y demás cargos de los que consta la organización templaria. En definitiva, se puede concluir que no bajarían de 100 personas, animales como caballos, carruajes y demás elementos para el funcionamiento y la intendencia del priorato. No se conoce la existencia de una iglesia propia construida al efecto por los templarios. Romero Gómez opina que bien pudiera haberles servido de iglesia una pequeña mezquita, reutilizada como lugar de recogimiento, que había en la zona, junto a un cementerio musulmán, edificio que se cita en el Repartimiento.
Con la disolución de la Orden del Temple, en 1312 por el papa Clemente V, en este barrio se asentó la Mancebía de la ciudad, cercana al puerto y frecuentada por marineros en la época en que Sevilla era puerto y puerta de Indias. Este lugar era de gran tradición en la ciudad como sitio de prostitución y de la mala vida sevillana. Diversos monarcas y Cabildos municipales intentaron sin éxito erradicarla proyectando incluso construir un convento en su solar.
También recibió esta zona los nombres de Laguna de las Mancebías o de las Boticas. Su verdadero nombre es de la Pajería, desde la Edad Media y estaba dentro de murallas en lo que hoy es Molviedro, Castelar, Gamazo, Padre Marchena y Doña Guiomar. En la época imperial se pusieron ahí las mancebías en unas casuchas a la orilla de la laguna fangosa, de agua de lluvias invernizadas. Estas casuchas se llamaron metafóricamente boticas por las enfermedades que daban no por las que quitaban.
Justino Matute, en sus Anales, narra como deseando la Ciudad alejar de lo principal de la población aquellas gentes, cuyas inmundicias físicas y morales eran opuestas a una buena policía, y por otra parte continuando con el proyecto de mejorar el aspecto público, enajenó bajo diversos pactos aquel terreno a personas acaudaladas, las cuales por los años de 1772 empezaron a labrar suntuosas casas, que con otras forman la que es hoy calle Nueva de la Laguna, y aún se extendieron a lo que se decía el Compás de la Mancebía y a la calle Piñones.
La Mancebía sevillana se extendía entre la puerta del Arenal y la puerta de Triana, la muralla que circundaba el casco histórico y una tapia que la aislaba del resto de la ciudad. Hacia el Arenal se comunicaba a través de un postigo y hacia la ciudad contaba con otra puertecilla denominada el golpe donde había un portero guardacoimas o guardapostigos.
Como dato curioso habría que apuntar que las casillas o boticas donde ofrecían sus servicios las prostitutas estaban alquiladas por sus propietarios, que en algunos casos eran personajes relevantes de la ciudad e incluso clérigos y que las prostitutas, para facilitar el acceso a su clientela que era en gran número marinería, abrían huecos en la muralla disimulándolas convenientemente para que se pudiera acceder desde la parte del río con más facilidad y en horas en que las puertas de la ciudad estaban cerradas.
En las riadas del Guadalquivir, muy frecuentes en la historia de la ciudad, estos huecos abiertos sin control alguno eran muy perjudiciales pues el agua entraba con más facilidad ya que no hay que olvidar que el cerco amurallado, una vez pasado peligros de invasiones y guerras cumplía otras funciones, entre ellas las de proteger a la ciudad de las riadas. Para Justino Matute la zona se veía habitada de gentes miserables y desconocidas, aunque no lo eran tanto sus costumbres que no pidiesen pronto reforma. Igual opinión tiene Prudencio de Molviedro sobre las «gentes de mal vivir» que habitaban esa zona en miserables casillas.
También, por la zona de la actual Plaza de Molviedro, estaría la casa donde nació Bartolomé Esteban Murillo, tal como apunta Palomero Páramo.
Una de las muchas mejoras que el ilustrado don Pablo de Olavide, Asistente de la ciudad entre los años 1767 y 1776, hizo por la ciudad fue la de mandar demoler y rehacer de nueva planta el barrio de la Laguna.
Una de las grandes realizaciones urbanísticas del Asistente Olavide es el nuevo barrio construido sobre los solares de la antigua Mancebía (La Laguna), entre la Pajería y la Puerta del Arenal. Fue comenzado en 1772, bajo las órdenes del arquitecto Molviedro, y terminado en 1778. De lugar vitando, cobijo del vicio y de la miseria, fue transformado en amplias calles y dignos edificios que conocemos hoy. Este nuevo barrio quedó integrado en el Cuartel A, barrio 2º de la ordenación territorial que elaboró Olavide de la ciudad. La reurbanización pues consiste básicamente en la regularización del antiguo vacío de mercado creándose la actual plaza de Molviedro, la eliminación de revueltas en la calle Piñones (Padre Marchena) y la apertura de una calle totalmente recta que comunica la nueva plaza con la Puerta del Arenal. En esa calle, hoy Castelar, en el solar de los actuales números 15-19 construyó Molviedro su palacio, hoy desaparecido. Tras el cese de Olavide y su detención por parte de la Inquisición, el 14 de noviembre de 1776, la reurbanización comenzada continuó bajo los mandatos de los asistentes Francisco Antonio Domezain y Andía y Pedro López de Lerena hasta la total terminación de las obras.
En el plano de Olavide aparece una plaza con el nombre de «Compás de la Laguna» en la zona actual de calle Gamazo, pero la actual de Molviedro no está rotulada teniendo acceso por las calles de Molviedro (actual Castelar), por la calle Piñones (actual padre Marchena), por la calle Rosa y Rosilla y por la calle Palenque, actualmente Doña Guiomar desde 1880 en homenaje a tan ilustre dama.
En el centro de la plaza se situaba una Cruz y allí se encontraba una pequeña ermita que duró hasta la construcción de la actual capilla, que se cita en la Explicación del plano de Olavide como dentro de las ermitas donde se celebra como «Hermita de Nuestra Señora del Mayor Dolor» aunque hay un error en la numeración. Félix González de León nos da una breve noticia de la misma diciendo que había una ermita pequeñita pero muy primorosa en su construcción, con su media naranja y linterna…y en su altar principal se venera una imagen de Nuestra Señora del Mayor Dolor, muy bella y de regular mérito. También Matute nos dice que había una pobre ermita con hermandad erigida al intento daban culto a la Sma Virgen con el título del Mayor Dolor.
Palomero Páramo ha publicado un «Mapa del Citio o Plan de la Ysleta del Compáz y La Laguna desta Ciudad de Sevilla», fechado en 1749, depositado en el Archivo General de Simancas, en el que se aprecia la existencia de una capilla, con el título de nra Señora del Mayor Dolor donde se celebra quasi todos los días el Sto Sacrificio de la missa.
Además, la capilla aparece en un plano que se halla en el expediente de la Escribanía de Cabildo de 1776 en el cual Prudencio Molviedro expone el proyecto de construcción de la plaza y de un palenque a iniciativa propia para vender pan, carne, bacalao, pescado, hortalizas y demás comestibles con la indicación de que la ermita será derruida. En el plano de la ciudad publicado bajo el «auxilio y protección» de don Luis Sartorius con la mejoras hechas hasta 1848 la actual calle Castelar se rotulaba como calle de La Laguna y la plaza ya se denomina de Molviedro, antes Tonelería en la Edad Media y Palenque en el siglo XVIII. Ha tenido varias funciones: en el siglo XVIII asumió un papel comercial debido a la instalación en ella de un mercado de pan y otros alimentos como ya se dijo, mercado que se suprimió posteriormente cuando el Ayuntamiento procedió a la reurbanización de la zona. Actualmente, salvo la capilla y casa hermandad, la ocupan en su totalidad edificios de hoteles y apartamentos turísticos.
Historia
La capilla del Mayor Dolor recibe ese nombre por una imagen de la Virgen con esa advocación que, al parecer, perteneció a una hermandad que le daba culto en la ermita que existió en ese lugar antes de construirse la actual capilla. El proyecto del actual edificio, según el catedrático Teodoro Falcón, bien pudiera haber sido de Pedro de San Martín, a la sazón maestro mayor de la ciudad. Aunque la fecha de construcción no parece clara nos inclinamos a dar crédito al testimonio del analista Matute, por los datos tan concretos que aporta.
Justino Matute nos cuenta que:
«Se edificó nueva y muy decente capilla, con la misma advocación que la antigua, que se estrenó con muy solemnes funciones de misas y sermones el sábado 4 de Setiembre de este año —1779— en el cual y en siguiente domingo 5 permaneció Su Majestad manifiesto, asistido del clero parroquial y música, estando todos sus contorno adornados con varias invenciones de colgaduras y espejos, y muy ricas iluminaciones«.
Esta noticia no implica necesariamente que las obras de urbanización del nuevo barrio estuviesen totalmente acabadas en esa fecha. También Arana de Varflora, diez años después de inaugurada, la cita en su Compendio al escribir sobre las ermitas de la ciudad, diciendo: Nuestra Señora del Mayor Dolor situada en la plazuela de La Laguna, y hecha de nuevo con primorosa fábrica.
La capilla fue mandada construir por Manuel Prudencio de Molviedro sobre terrenos de su propiedad adquiridos en subasta en 1768 y escriturados el 24 de septiembre de 1782 edificó como ayuda a los feligreses de esa zona de la ciudad para que asistiesen a los cultos con mayor facilidad creándose un Patronato al efecto y la construcción de la capilla forma parte de la ordenación que se hizo en la reurbanización de este barrio.
Dos lápidas, que se encuentran en el interior de la capilla, a los pies de la nave, nos ilustran sobre la historia de esta capilla. En una de ellas se nos dice lo siguiente:
ESTA CAPILLA DE NTRA SRA DEL MAYOR DOLOR CON SUS ANEJOS Y TODO CUANTO EN ELLA ECSISTE PARA SU SERVICIO ES PROPIEDAD PARTICULAR DEL EXCMO SR. D. FERNANDO RODRÍGUEZ DE RIVAS GARCÍA DE TEJADA, CONDE DE CASTILLEJA DE GUZMÁN, COMO BIZNIETO DEL SR. D. MANUEL PRUDENCIO DE MOLVIEDRO QUE LA EDIFICÓ EN 1782 PARA COMODIDAD DEL BARRIO DE LA LAGUNA AL MISMO TIEMPO QUE LO HIZO DE LA MAYOR PARTE DE LA CALLE TAMBIÉN DENOMINADA DE LA LAGUNA, PLAZA QUE LLEVA SU NOMBRE DE MOLVIEDRO, EL ANTIGUO PALENQUE Y PARTE DE LA CALLE PIÑONES HABIENDO SIDO CONFIRMADA TAL POR EL GOBIERNO EN 1 DE OCTUBRE DE 1869 DESPUÉS DE RECONOCIDOS SUS TÍTULOS DE PROPIEDAD, Y DE ACUERDO CON LA SECCIÓN DE LETRADOS DEL MINISTERIO DE HACIENDA.
En otra lápida reza lo siguiente:
POR ESCRITURA PÚBLICA DEL 14 DE OCTUBRE DE 1938, OTORGADA EN SEVILLA, ANTE EL NOTARIO DE SU ILUSTRE COLEGIO DON EDUARDO FEDRIANI Y FERNÁNDEZ, LA EXCMA. SRA. DÑA. MARÍA ANA DE LA GANDARA, CONDESA Y VIUDA DE CASTILLEJA DE GUZMÁN, COMO ADMINISTRADORA DEL PATRONATO, FUNDADO POR D. MANUEL PRUDENCIO GARCÍA DE MOLVIEDRO PARA EL SOSTENIMIENTO Y CULTO DE ESTA CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DEL MAYOR DOLOR, CEDIÓ TODOS SUS DERECHOS A LA EXCMA SRA. DOÑA CANDELARIA DE ALVEAR GÓMEZ DE LA CORTINA, CONDESA VIUDA DE AGUIAR, RAMA FAMILIAR DEL FUNDADOR, FORMALIZÁNDOSE ESTE CONTRATO POR EXPEDIENTE CANÓNICO Nº 24098 FECHA 20 DE MAYO DE 1942. TERMINARON LAS OBRAS DE RESTAURACIÓN DE ESTA CAPILLA EL 18 DE MARZO DE 1942.
De lo anterior se deduce que en el año 1869 la capilla era propiedad del biznieto de Manuel Prudencio de Molviedro, llamado Fernando Rodríguez de Rivas, el cual ostentaba el título de Conde de Castilleja de Guzmán así como que fue Manuel Prudencio de Molviedro quien fundó un Patronato para el mantenimiento de la capilla.
La fecha de edificación de la capilla que cita la lápida hay que retrasarla tres años atrás ya que Justino Matute en sus Anales da detalles de la inauguración en 1779.
En 1862 se hicieron obras de restauración en la capilla llevadas a cabo por José Portillo, decorándose la capilla con yeserías realizadas por el estucador José Pelli. Por el expediente nº 24.098 de la Vicaría General del Arzobispado abierto en 1941 a instancias de doña Candelaria de Alvear y de doña María Ana de la Gándara sabemos que, con fecha de 12 de marzo de 1925, existía en la capilla una fundación de misas hechas por María Luisa García de Tejada que consistía entre otras en la celebración de misas los días 10, 20 y 30 de cada mes lo cual implica que la capilla no estaba abierta el resto de los días. Tras la compra que realiza en 1938 Candelaria de Alvear, emprende obras de restauración acabadas en 1942 solicita al arzobispado la fundación piadosa de memoria de misas y otras funciones en la capilla de Molviedro.
Así, por documento de 6 de junio de 1941, Candelaría de Alvear en nombre propio y en nombre de María de la Gándara deseando para la mayor gloria de Dios que la capilla de Nuestra Señora de los Dolores[…]quede abierta al culto de un modo permanente solicitan la fundación de 29 misas que ellas sufragarán para que se apliquen por sus intenciones particulares respetando la anterior fundación ya citada de doña María Luisa García de Tejada.
Dicha fundación queda aprobada por expediente canónico nº 24.098 de fecha 20 de mayo de 1942 según escrito firmado por Manuel Rubio Díaz, Vicario General de la Archidiócesis, tal como recoge la lápida transcrita.
El día 17 de enero de 1921, y a petición del sacerdote Juan Cabello Castilla, quedó constituida en la capilla una hermandad bajo el título de «Nuestra Señora de los Reyes», con permiso para peregrinar en octubre al santuario de Valme, en Dos Hermanas, cosa que sucedió en una sola ocasión porque se tomó la costumbre de peregrinar a la capilla construida a tal efecto por José Anastasio Martín en su cortijo de Fuente Quintillo, también en Dos Hermanas por lo que la romería se conoció popularmente por «la de Quintillo».
En el año 1956 doña Candelaria cedió el inmueble a los Padres Claretianos, los cuales en el edificio aledaño situaron una comunidad de sacerdotes y su Casa Provincial. Esta Congregación, tras unos años de estancia en ella tenía al parecer pensado derribar la capilla para construir una residencia. Al no serle permitido aceptan las gestiones realizadas privada y sigilosamente por Antonio Fernández Rodríguez en orden a conseguir el compromiso de ceder a la Hermandad de Jesús Despojado la capilla, acuerdo que materializa el gobierno de la Provincia Bética de los Misioneros Claretianos el 7 de diciembre de 1981, un día después de que los hermanos decidieran en cabildo trasladarse a Molviedro.
Por acuerdo firmado el 17 de diciembre de 1981 el MRP Jesús María Palacios Alcántara, CMF Superior Provincial de la Provincia Bética de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María y por otro lado Antonio Fernández Rodríguez, Hermano Mayor, la Congregación claretiana accede a la petición de cesión de la capilla en usufructo perpetuo y exclusivo con sus imágenes y objetos de culto a condición de que se dé culto a la Virgen del Mayor Dolor, que habrá de estar en el centro del retablo como Titular y asimismo la hermandad se compromete a sufragar una misa diaria por las intenciones de las fundadoras de la Pía fundación, obligaciones que a los claretianos les habían sido impuestas cuando se les cedió la capilla por la anterior propietaria, ya que la posesión iba unida a la Fundación Pía destinada a dar culto a la Virgen del Mayor Dolor y a celebrar misa a diario por la intenciones de dichas fundadoras, obligaciones que ellos ahora transmiten a los nuevos usuarios.
El 4 de abril de 1982, Domingo de Ramos, la cofradía salió de San Bartolomé y se recogió en la capilla de Molviedro. El domingo 23 de mayo de 1982 se abrió la capilla al culto público en un Función Solemne presidida por don José Ruiz Mantero, párroco del Sagrario. En cabildo celebrado el 13 de febrero de 1989 se tomó el acuerdo de adquirir a los claretianos la capilla y la casa aneja para que fuera Casa-Hermandad.
A finales de diciembre de 1989 la capilla fue cerrada al culto por graves deficiencias en su estructura que ponían en peligro la seguridad de los asistentes a los cultos, trasladándose las imágenes Titulares a la vecina capilla de la residencia Tartessos para la tercera edad, en ese momento gestionada por las «Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Santos Ángeles», conocidas popularmente como hermanas angélicas, debiendo salir la cofradía desde la parroquia de San Gil. Entre los años 1990 y 1991 la capilla permaneció cerrada por las necesarias obras de restauración. Se reabrió al culto con solemne misa el 29 de marzo de 1992.
En 1995, siendo hermano mayor Manuel Vicedo y Federico Fernández García ecónomo de la Provincia Bética de la Congregación propietaria de la capilla y casa aneja, se formalizó escritura de compraventa de ambos inmuebles pasando la hermandad a ser propietaria de la capilla y casa aneja para Casa-Hermandad .
Sólo queda añadir, a modo de curiosidad, que el último capellán que vivió en la Casa-Hermandad fue Juan Cabello Castilla, beneficiado de la catedral y miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.
Patrimonio
José Gestoso, a fines del siglo XIX, describió la capilla como pequeña, con sencillas molduras y del retablo dice que contiene las figuras de San Miguel, San Fernando, Santa Gertrudis, San José, Ntra Sra del Mayor Dolor y San Juan Nepomuceno. Todas las figuras citadas se conservan actualmente en la capilla salvo el San Juan Nepomuceno, del que se desconoce su paradero. Esta figura debió ocupar la hornacina del segundo cuerpo del retablo. También es de hacer notar que a la imagen de Santa Gertrudis se la nombra a veces como Santa Basilisa, tal como los padres claretianos ponen al hacer inventario de la capilla. Ya que su iconografía no presenta ningún elemento clarificador nosotros daremos por bueno el nombre que los claretianos le adjudican y que ayuda mejor a la comprensión del mensaje iconográfico que tenía el retablo en su disposición original.
La capilla presenta al exterior una fachada muy simple, con una portada de regusto clasicista estructurada en dos cuerpos: en el inferior se encuentra la puerta de acceso, adintelada y flanqueada por dos pilastras de orden dórico sobre las que se levanta un entablamento con su arquitrabe, friso con seis triglifos más uno central ondulado y seis metopas cuatro de las cuales tienen decoración romboidal rematando una simple cornisa, todo ello de material pétreo.
En el segundo cuerpo, sobre la cornisa y apoyándose en ella, se eleva un frontón partido rematado por pirámides de ladrillo en medio del cual se abre una ventana flanqueada por pilastras de orden jónico sobre pedestales. Por encima de la ventana aparece un arco de medio punto rebajado rematado por tres pináculos con decoración de jarrones cerámicos, a modo de acróteras, adosados al muro con decoraciones en blanco y azul.
En el segundo cuerpo, sobre la cornisa y apoyándose en ella, se eleva un frontón partido rematado por pirámides de ladrillo en medio del cual se abre una ventana flanqueada por pilastras de orden jónico sobre pedestales. Por encima de la ventana aparece un arco de medio punto rebajado rematado por tres pináculos con decoración de jarrones cerámicos, a modo de acróteras, adosados al muro con decoraciones en blanco y azul.
Una elegante espadaña, muy airosa, con un solo hueco flanqueado por pilastras de orden romano decoradas con cuadrados y rombos para la única campana que soporta, completa la portada. Esta espadaña queda a su vez rematada por un frontón semicircular con dos jarrones de cerámica exentos a los lados y al centro Cruz de hierro y una veleta. A ambos lados de la puerta se hallan sendos azulejos representando a los Titulares de la hermandad, que fueron bendecidos al término de la Función Principal de Instituto de 2007, por parte del Rvdo. José Gutiérrez Mora. Se colocaron para conmemorar los 25 años de residencia de la hermandad en la capilla y son obra de Cerámica Jaén, de Miguel Góngora.
Dos sobrios faroles iluminan la puerta de acceso al templo que consiste en una puerta metálica con dos escudos de la hermandad.
El interior de la capilla es de reducidas dimensiones presentando una única nave con planta de salón. Aparecen dos zonas bien diferenciadas: la nave, que se cubre con una bóveda de cañón rebajada con arcos fajones con coro alto en la zona de los pies y la zona del presbiterio o cabecera, más elevada que la nave, cubierta con bóveda vaída y a la que se accede a través de tres peldaños. Cuatro pilastras adosadas al muro, las dos primeras de orden dórico y de orden jónico las siguientes compartimentan la nave en dos tramos. Sobre las pilastras corre un entablamento con su arquitrabe, friso corrido sin decorar y una cornisa sobre la que voltea la bóveda. Un zócalo marmóreo de color rosáceo recubre el muro de la nave hasta la altura de 1.45 m en sustitución del primitivo zócalo de azulejería que tuvo la capilla.
En la zona del presbiterio destaca el retablo, de estilo barroco, pudiéndose fechar a fines del siglo XVIII, de autor desconocido.
El retablo se estructura en banco, dos cuerpos y tres calles. Apoyado en el banco se levanta el primer cuerpo del retablo con un camarín central a modo de templete abierto por el frente y los laterales que se proyecta hacia delante y que rompe el entablamento invadiendo el segundo cuerpo, flanqueado por unos soportes lignarios en la que actualmente se venera la imagen de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y que antes ocupaba la imagen de la Virgen del Mayor Dolor, Titular de la capilla. Formando un mismo cuerpo con este templete se encuentran el Sagrario en la zona más baja y sobre el Sagrario aparece el Manifestador trentino enmarcado por columnillas pareadas, lugar hoy ocupado por un Crucifijo.
En repisas que van enmarcadas con unas molduras decoradas a base de motivos vegetales y formas sinuosas en las calles laterales del retablo aparecen a la derecha la imagen de María Santísima de los Dolores y Misericordia y a su izquierda la imagen de San Juan Evangelista.
Las repisas van flanqueadas por columnas de orden romano que marcan las calles del retablo con el fuste decorado con una guirnalda en espiral.
Sobre las columnas del primer cuerpo se levanta un entablamento con su arquitrabe, friso corrido sin decoración y una cornisa sobre la que se apoya el segundo cuerpo. En ese segundo cuerpo en la calle central se abre una hornacina que ofrece a la veneración de los fieles un grupo escultórico de «Santa Ana Maestra y la Virgen niña» representando la iconografía de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. La imagen de Santa Ana aparece como una mujer mayor, con semblante serio y facciones duras y la Virgen niña está en actitud de leer un papel en el que se adivina la frase «Amar a Dios sobre todas las cosas».
A su derecha (vista del espectador) aparece la imagen de santa Basilisa (esposa de San Julián) y a su izquierda el arcángel san Miguel, en actitud guerrera con escudo en el brazo izquierdo que lleva las letras Q C D S (iniciales de su nombre que significa Quien Como DioS) y del que salen rayos de sol portando espada flamígera en la mano derecha. La imagen es de madera de pino y de estilo roldanesco. Ambas figuras están enmarcadas por estípites y son de la misma época del retablo.
En el presbiterio se encuentran, en sendas repisas, la imagen de san José con el Niño en brazos, de buena factura, y enfrente una escultura de reducidas dimensiones del rey san Fernando con su iconografía tradicional, vestido de guerrero con manto imperial, espada en la mano derecha y bola del mundo en la izquierda. La imagen es de barro cocido y telas encoladas.
Al lado de san José aparece una imagen de santa Genoveva Torres, fundadora de las Madres Angélicas, obra del imaginero Agustín de la Herranz Matorras. La imagen de Santa Genoveva Torres es un regalo a la hermandad de la Congregación de las Madres Angélicas, que fueron las administradoras de una residencia para la tercera edad denominada «Tartessos» situada en la misma Plaza de Molviedro y que, al irse de Sevilla, la regalaron para que la presencia de la santa siguiera en Sevilla. Que sepamos, es la única imagen de esa santa que hay en nuestra ciudad.
Enfrente, sobre una hornacina, está expuesta al culto una imagen de fray Leopoldo de Alpandeire, obra del imaginero Fernando José Aguado Hernández, de barro policromado, que se bendijo el 17 de mayo 2015. La imagen del beato fue donada a la hermandad por José Luis García Benítez, capellán de la hermandad. Por debajo de ambas imágenes hay sendos relicarios de los santos citados, obras de Fernando Marmolejo padre e hijo respectivamente. Los relicarios van enmarcados.
Ambas reliquias son donaciones, por parte de las Madres Angélicas la de Santa Genoveva Torres y por parte de José Luis García Benítez la de fray Leopoldo. La reliquia de Santa Genoveva es una reliquia ex ossibus y la de fray Leopoldo es de tipo lignario.
La imagen de Nuestra Señora del Mayor Dolor es talla barroca de fines del siglo XVIII y autor anónimo, tiene su propio retablo-hornacina, como titular de la capilla, al comienzo de la nave a la derecha. La Virgen aparece arrodillada y con las manos juntas en actitud de oración y súplica. Las facciones del rostro, muy bello, son correctas dejando adivinar una profunda pena y compasión por su Hijo. Su cabeza está inclinada hacia la derecha y la mirada la lleva dirigida a lo alto surcando su rostro siete lágrimas dejando ver por la boca entreabierta los dientes superiores. Luce diadema y puñal en el pecho. Iconográficamente representa a la Virgen al pie de la Cruz. El retablo-hornacina es diseño y talla de Francisco José Verdugo Rodrigo, mientras que el dorado y el acabado marmóreo han sido realizados por el taller de los Hermanos González. El conjunto lo conforman un marco con fondo de damasco y una ménsula de estilo neobarroco rococó. Por detrás de la imagen aparece una Cruz con sudario. Se inauguró a finales de julio de 2020.
Todo el retablo y las figuras pertenecientes al mismo han sido restaurados por un equipo de profesionales encabezados por Manuel Mazuelos García. Formaron parte de este equipo el taller de artesanía del dorado Hermanos González, así como Enrique Gonzálves, especialista en carpintería, y Francisco José Verdugo Rodrigo, tallista.
La decisión de restaurar el retablo se tomó en un Cabildo extraordinario celebrado el 15 de febrero de 2017. Se estrenó, ya restaurado, el 12 de septiembre de 2019. El 27 de mayo de 2017 los titulares fueron trasladados a la parroquia del Sagrario, donde siguieron recibiendo culto hasta el 9 de septiembre, día en que regresaron a la capilla cuando las obras del retablo no interferían con el culto.
Un zócalo de azulejos de arista salido de los alfares trianeros rodea el presbiterio hasta la altura de 2,10 m. En el presbiterio, una puerta situada a la izquierda del espectador da acceso a la sacristía y otra, en el lado opuesto, da acceso al columbario de la hermandad, denominado «Nuestra Señora del Mayor Dolor», bendecido el 2 de noviembre de 2010.
En la nave se encuentra un lienzo copia de Murillo representando a la Sagrada Familia que forma pareja con otro situado enfrente, buena copia murillesca del San Antonio con el Niño Jesús y cuyos originales se encuentran en la National Gallery de Londres y en el Museo de Bellas Artes sevillano respectivamente.
El copista del San Antonio ha omitido la nube de ángeles que aparecen en el original del Museo sevillano, procedente del convento de Capuchinos y de igual forma el lienzo de la Sagrada Familia (Las Dos Trinidades es su nombre auténtico) omite la parte superior en la cual se ve a Dios Padre rodeado de ángeles y a la paloma que simboliza el Espíritu Santo. El original de este cuadro fue propiedad de don Carlos Francisco Colarte, Marques de Pedroso y se pintó en Cádiz.
Las copias, de excelente factura, se encuentran enmarcadas en marcos de yeso dorado citándolos ya Gestoso en la descripción que hace de la capilla. Estos cuadros tenían antes de la instalación de la hermandad en la capilla unos retablos propios a ambos lados de la nave, retablos que fueron ocupados por las imágenes titulares de la cofradía al tomar posesión de la capilla. Ambos cuadros fueron restaurados en 2021 por Victoria Gómez de Lara.
Al final del muro se abre una puerta que comunica la capilla con la casa de hermandad.
En los pies de la nave, además de las lápidas con inscripciones relativas a la historia de la capilla ya citadas y transcritas, se hallan en la actualidad un cuadro de santa Ángela de la Cruz y al otro lado un cuadro de san Antonio María Claret como recuerdo de la Comunidad claretiana, anterior propietaria de la capilla.
También, al comienzo de la nave, cerca del presbiterio, existe una lápida, colocada el 18 de septiembre de 2005, al término de la Función Solemne del triduo a María Santísima de los Dolores y Misericordia que reza así:
IN MEMORIAM
ANH D. ANTONIO FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ
REORGANIZADOR, HERMANO MAYOR
Y PRIMERA MEDALLA DE ORO DE LA HERMANDAD
A LA QUE DEDICÓ TODA SU VIDA
Sevilla, 13 de febrero de 2005
Terminamos este apartado haciendo la observación de que las diferentes restauraciones llevadas a cabo han alterado el aspecto primitivo de la capilla. Aparte de la nueva disposición de las figuras en el retablo para que los Titulares ocupen un lugar preferente y en donde llegó a figurar una imagen del Sagrado Corazón de María en los años en que la Comunidad claretiana ocupó la capilla, al llegar la hermandad hubieron de hacerse obras de adaptación y restauración por el mal estado en que se encontraba. Para que la cofradía pudiese salir se suprimió un cancel de entrada de madera que ocupaba el lugar inferior del coro y que daba cobijo a dos huecos para confesionarios. Antes de la restauración efectuada entre los años 1990 y 1991 existía en el presbiterio, que fue la zona más reformada, un hermoso púlpito de rejería en el lado del Evangelio y dos pequeñas tribunas con celosías de madera que daban a ambos lados del presbiterio, hoy desaparecidas, así como una falsa linterna en la bóveda presbiterial. También existieron dos tribunas a los pies de la nave y rodeando toda la capilla un zócalo de azulejos sustituyéndose la solería del templo por la actual. Las lápidas con inscripciones estaban en los muros laterales de la nave.
De igual forma el retablo se ha adaptado para que las imágenes titulares ocupasen sitios preferentes variando la disposición original como ya hemos dicho y la primitiva puerta de madera de entrada a la capilla se sustituyó por la metálica actual al mudarse allí la cofradía. Sólo resta por decir que la capilla, aunque no se aprecie desde el exterior, tiene la cabecera y parte de los muros perimetrales exentos, dando al patio interior del edificio colindante de calle Castelar.